Quiero esparcirte por el mundo, no sin antes volver a leer tu última carta...

"Déjame confesarte que has removido mi alma como un terremoto cataclísmico, déjame decirte que ese terremoto voló como una ráfaga las cenizas revelando algo desconocido para mí, o quizás algo que no me atrevía a pensar tanto ni a darle mas vueltas, pues con tus palabras he detectado que más que cenizas hay un fuego encendido, unas brasas formidables, no hay humareda ni pavesas pero hay un fuego corriendo por las venas que me ha asustado, hay un chorro, una fogata tuya que es más grande que los escondrijos donde la crei tener, sobrepasa, rebasa todo, no está bajo control, tiene luces propias.
Antenoche pensé que de alguna u otra forma siempre estarás demasiado viva y demasiado metida y demasiado profundo y demasiadas son las marcas que dejaste y estoy feliz por haber tenido un paso por una vida tan increible y haber tenido en mis brazos a una mujer como tu, de verdad que tenerte, quererte y necesitarte es de lo más intenso que me ha tocado en mis acelerados años.
Te lo dije mas de una vez: es mejor equivocarse que arrepentirse... jamás he sido más sabio en mi vida. Y aunque ya no es algo de todos los vientos, ya no es algo que temerariamente vaya a decir ni pronunciar, diré que las olas siguen rompiendo como siempre, rascando la misma arena y sonando igual, la lluvia se ensaña contra mi pecho como siempre, las escalas siguen igual de desafiantes, ya secas de besos y trampitas...
y ya me veo atravesando esos grises ojitos y visitando escondrijos sin portones."

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