Una botella de
Exactamente la misma cuneta en la que habíamos intercambiado chicles, palabras bonitas y hasta un par de pastillas de menta. ¿Qué culpa tiene la cuneta de que tu amor sea retornable y a ratos desechable?
El único consuelo de perder tu sabor, fue saber que tome hasta el último sorbo de la botella, al final del día la boca quedo teñida de colores artificiales, aquella botella con el tiempo perdió su magia. Naturalmente la rutina le quito todo su gas. Sin ganas de ningún vale otro detrás de su sonrisa, debajo de su falda; nunca más ningún vale otro detrás de su tapa plástica ni su vida rosca…
Una boleta rayada; Es el último recuerdo de tu envase en las fotografías que ayer tome.
$250 me ofreció el señor del local por pasarle la boleta y tu carcasa vacía pero repleta de buenos recuerdos y hielos derretidos a media noche…
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